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domingo, 5 de febrero de 2012

Boleto a la realidad

Transportarnos por obligación, a veces se torna una necesidad. Al hablar sobre transportar no me refiero necesariamente tomar un avión y medio continente cruzar, mucho menos tomar un taxi para llegar a un destino en particular.

Acá me voy a referir a la mente como la forma de viajar más intensa, recurrente y por que no peligrosa. La mente puede acelerarnos de maneras muy extrañas, llevándonos a decisiones que hoy nos forman como las personas que somos. La misma puede hacer que nuestro cuerpo este en un lugar a miles de kilómetros de distancia pero mantener nuestra cabeza y corazón en otro, nos puede llevar a un mundo de fantasía inexistente para todos, pero para el que a uno es un lugar privilegiado donde el planeta mente crea nuestra verdadera realidad, que nos hace entender las cosas que no comprendemos en este mundo loco del cual somos presos de un día a día difícil de llevar.

La mente colabora a mantenernos cuerdos ante la sociedad o más bien suciedad que empolvan nuestra creatividad, propia voluntad e incluso una expresión de libertad. La lista sigue en un infinidad de lugares donde podemos ir, desde falsos engaños, incomparables encantos, eternas tristezas y todo eso que hasta cierto punto son la rutina interminable que suelen sucumbir en la muerte, transfiriéndonos a un después que hoy solo proyecta la compañía de preguntas y puntos suspensivos, para algunos un después incoherente.

Curiosamente es cuando hay una conexión mental que charlar con nosotros mismos se torna una real terapia con el inconsciente en compañía del subconsciente mismo, pareja que forma parte de nosotros por estar en una misma envoltura, pero en definitiva la sensación es muy ajena a una charla interpersonal.

¿Cuál es la clave de la felicidad? ¿De que se trata la vida?... hay un infinito de preguntas, preguntas que son disparadas al espacio exterior, preguntas que viajan a otras galaxias buscando una respuesta que nos guíe mejor. A mi criterio las respuestas están en una profunda implosión, intentando explotar al máximo ese infinito interno que nos limita a un eterno planteo que termina en signo de interrogación.

Tiempo atrás Einstein sugirió que si utilizáramos un 10% del cerebro, lograríamos cosas inimaginables. Una persona con muerte cerebral utiliza un poco más que ese porcentaje y no puede usar sus capacidades propias. Utilizar un porcentaje mas elevado de nuestro cerebro, nos entrena para llevar nuestros conocimientos a un entrenamiento mental con resultados potenciados, ese era el verdadero secreto del científico que muchos llamaron loco.

Un mundo de locura, limitado a equilibrar la balanza para no perdernos en lo que el sistema llama cordura, de ahí surge la confusión con respecto a mis deseos en esta vida. Fue el uso de un mayor porcentaje el que llevó a alguien a construir un subterráneo, a elaborar pruebas para volar alto, o a ese que logró ver un autobús como algo de uso diario.

Viajar por los aires, sobre y debajo, soportar olores fecales, a sudor y algunos indistinguibles por el olfato, incomodad entre los empleados que se dirigen a sus trabajos. Es en esos casos donde mi inconciente viaja no solo en un sentido figurado, también despega mis neuronas a un mundo de tolerancia, donde físicamente soy el único humano.

Irónicamente no puedo parar de pensar en algo que me esta abrumando y si no es el caso, estoy seguro al de al lado algo le estará pasando. Mirar una expresión de cansancio, o algún par de ojos un tanto exaltados, lagrimas conteniéndose, o una sonrisa sin motivo para los que estamos al tanto.

No importa el medio de transporte, si es la mente o algo creado por el hombre, sé que el viaje nunca tiene sentido doble, mi cabeza viajara en dirección uniforme, sin embargo en el regreso es probable que el destino sea otro, uno que hasta que no exista no tiene nombre.

Esta es mi manera de viajar, usando mi mente, soñar, imaginar. Que el mundo no logre su objetivo, dominarnos en su totalidad. Todavía hay un espacio al que nos podemos transportar, algunas veces puede ser mas triste, otras un momento para disfrutar. Es nuestra mente la que nos enseña nuestra propia realidad, nunca nadie la va a visitar, mas la llave a ese mundo hace que seas el unico que pueda entrar.

by Rafael Eduardo Rodríguez Bolaños

"Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte.”
Miguel de Unamuno (1864-1936) Filósofo y escritor español


1 comentario:

Leo dijo...

Te leí, viajero!!