No hace muchos años atrás decidí emprender la búsqueda de mi
libertad, pero en el camino me encontré abrumado
por la exquisitez de la individualidad. Encontré
en ella lo que durante mucho tiempo consideraba
un volver a empezar, una vida donde la gente no pudiera apuntar con sus índices
para señalar los defectos de mi personalidad.
Navegando sin cesar, sorpresivamente divisé en tierra a
alguien digno y veraz, que permanecía al
margen de lo que llamamos realidad, que sin sentido para él, para nosotros es
cruda y al mismo tiempo la enlazamos con una supuesta felicidad.
Mi intención era solo preguntar, pero mis demandas exigían
una explicación, algo para justificar el
motivo de tanta inhibición ante la posibilidad de crecer y romper con esas ataduras que lo reguardaban
a un espacio sombrío, sin nadie en quien
confiar.
Sus respuestas eran claras, pero el sonido de su vos emanaba
poca credibilidad, más aun pretendía
mostrarse orgulloso y con un pecho de acero, preparado para acaparar cualquier
tipo de riesgo que lo influenciara a mostrar sensibilidad en aquellos ojos que se veían tan tristes, que por alguna razón,
los escogió sin darse cuenta que los
mismos exponían su punto débil ante la humanidad.
Varias veces desistí y ante el temor, zarpaba nuevamente al sistemático
mundo de apariencias y eternas batallas, donde las intenciones se veían
limitadas a sobrevivir. El día a día
llenaba el resto de mi cuerpo con frialdad, desconfianza, una eternidad
de palabras que se relacionan con la
diminuta, pero incesante, lucha por permanecer en mi propio refugio, la soledad.
Miles de preguntas tapizando mi cabeza se mezclaban con la
esperanza de encontrar un equilibrio, mi obsesión se cegaba en solamente ese hombre,
que evitaba mis visitas y mis invitaciones a
este mundo mágico donde todo parce ser perfecto, donde existe una felicidad colectiva que concluye
inesperadamente con un mundo que nos condiciona a hacernos felices a cambio de
nuestra libertad.
El tiempo siguió y las visitas no cesaron, sin embargo cuando
me maravillaba con sus descubrimientos, era yo el que se alejaba por miedo a quererme
quedar. Nunca fuimos amigos, ni nada que
nos pudiera amarrar a una relación para compartir ese espacio con la misma
intensidad. Era claro que distanciarme de él, nos ahogaba individualmente de
nuevo en la depresión y la necesidad.
Un día observando a mi alrededor, me di cuenta que estaba
lleno de buenas personas, pero que por
alguna razón solo alimentaban un enojo difícil de explicar, una rabia sujetada
a la idea de lo inhumano, de aquello que no era digno de elogios, que de
repente convertía mis más grandes anhelos en caminos falsos y poco llevaderos, mis diminutas
angustias se tornaban en minutos de incomprensibles
tormentos, no entendía por que la gente que mas quiero se veía oscura, egoísta
y completamente sumergida en un mundo de pesadillas a las que llamaban sueños.
Por lo tanto, decidí anclar de nuevo mi corazón y abandonar
el mar de llantos que crece solo ante la tristeza, esa que complementa el mapa
de mi vida con malos recuerdos, decepciones y esperanza en aquellos a quienes , en algún momento, esperaba tomaran las riendas para dirigir mi
senda a ese mundo donde su felicidad se
sustenta en mi locura; solamente por que sus pensamientos califican de cuerdos
a los que comparten sus ideas, y de enfermos a los que tomamos nuestro tiempo
para velar los dolorosos recuerdos que algún
día fueron buenos.
Al pisar tierra firme, y con una notoria diferencia, el ya
mencionado hombre apareció sonriente, con una luz tenue, listo para iluminar mi
mente, era como si en el fondo supiera que esta visita era diferente, que esta
vez íbamos a ser uno y no más dos indigentes, que mendigaban lo que fuese para
llenar vacios sin sentido.
Basto solo un abrazo
para entender que tener como objetivo paz y felicidad no es solo algo que se
siente, es una sensación que nos lleva a un espacio de armonía interior, donde
la sonrisa, sin duda alguna es única y sincera.
Entendí que fusionando opiniones y pensamientos podemos conectar
nuestro corazón y nuestra mente, que conocernos
y entender que sí podemos ser diferentes, que no esta mal ser más sensible de
la cuenta o a veces incoherente, que
podemos soñar despiertos, pero sobre
todo que ser felices debería ser la brújula
que nos oriente, que las decisiones de la vida deberían ir de
la mano con el equilibrio de nuestro
cuerpo, por que tomar un riesgo sin razón, no es mas que aventurarse a la ignorancia y entregarnos a ser esclavos
de las sombras que nos humedecen en el sufrimiento.
Desearía poder decir que encontrarme conmigo mismo es la
clave de la felicidad, acepto que conocerme mejor me da mas seguridad, pero que
mejor escudo que ese para afrontar los golpes de la vida que por momentos nos dejan
abatidos ante su dura realidad.
"...An´here I go again on my own
Goin´dowm the only road I´ve ever known,
Like a drifter I was born to walk alone
An´I´ve made up my mind
I ain´t wsting no more time..."
2 comentarios:
El útimo texto de tu blog es lejos, el mejor que leí desde que escribís. Muy preciso, claro y atrapante. Esa es sin dudas, la rienda que tenés que tomar...
Leo
Rafiux, sigo impactado con tu capacidad de interpretarme, y no porque yo sea alguien especial, sino porque lo logras con un desconocido. Si esto es sincronía, la honro y agradezco. Lo que sé es que sabiéndote por ahí, mi mundo interno y el externo ya tienen un punto de pleno reconocimiento e identificación. XOXO
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